El placer de un baño nuevo (en este caso seminuevo)


Fueron alrededor de 30 000 pesos lo que me costó acicalar mi baño. Cambiamos piso, escusado, lavabo. El fontanero limpió el drenaje con agua a presión como un vaso de vino al día limpia las venas y arterias de colesterol. También remozó algunas partes de esos tubos tan importantes y tan llenos de cucarachas, ratas y mierda. Al final puso un tinaco y un hidroneumático para tener presión y dejar de confiar en el sistema local de agua potable que, como en todos lados, es una mierda. Cuatro fines de semana tomó todo lo anterior. Un día tuve que cagar en Sanborn´s porque no podía entrar a mi baño. Otro estuve encerrado hasta las ocho de la noche porque el fontanero tuvo muchas complicaciones con las tubería viejas de mi casa que ya pasa de cuarenta años.
Pero todo vale la pena. Nunca me había dado cuenta que lo más importante de una casa no son los cuartos ni que puedas guardar tus cosas en ella. Tampoco es la cocina y la posibilidad de cocinar. Es más, ni siquiera son las puertas. Lo más importante es el baño. Cambiar el baño tuvo un efecto tan cercano a la felicidad como lo es ponerse ropa interior nueva.
Tal vez la importancia radica en que solamente en el baño nos encontramos con nosotros mismos. Es quizá uno de los momentos más introspectivos y personales que se tienen al día o varias veces al día, en especial para aquellos que cagan seguido.
Tampoco se puede olvidar la regadera o la bañera y esa cualidad de tranquilidad y relajación que produce el baño diario. Es por eso que no comprendo a quienes no se bañan diario.
Paradojicamente, el baño está relacionado con dos antónimos, la higiene y la suciedad. Es ahí donde los extremos se tocan y la mierda se une al cepillo de dientes y la orina a lavarse las manos. El sentido común nos dice que el escusado debería estar lejos de el lavabo y la regadera, y esa fue la intención original pero hemos decidido colocar en el mismo cuarto todos los muebles y así le hemos dado un papel fundamental al baño dentro de la casa.
Por mientras, sin entrar en más divagaciones, seguiré disfrutando de mi baño seminuevo y cada vez que me siente a descargar mis problemas pensaré que invertir tanto dinero nomás en un cuarto fue una buena idea.

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