Para entender lo que se siente vivir en una ciudad norteña

El problema es que no puedes sentirte excluido. No basta con suponer que la propia conducta podrá ponerte a resguardo de cualquier peligro. Ya no vale decirse: "Se matan entre ellos". Durante un conflicto de la Camorra, todo lo que ha sido construido con constancia es puesto en peligro, una cerca de arena derribada por una ola de resaca. Las personas intentan pasar con sigilo, reducir al mínimo su presencia en el mundo. Poco maquillaje, colores anónimos, pero no sólo eso. El que tiene asma y no puede correr se encierra con llave en casa, pero poniendo una excusa, inventándose un motivo, porque revelar que se queda encerrado en casa podría resultar una declaración de culpabilidad: de no se sabe qué culpa, pero en cualquier caso una confesión de miedo. Las mujeres dejan de ponerse zapatos de tacón, inapropiados para correr. A una guerra no declarada oficialmente, no reconocida por los gobiernos y no relatada por los reporteros, corresponde un miedo no declarado, un miedo que se mete debajo de la piel.
Te sientes inflado como después de una comilona o de un trago de vino de la peor calidad. Un miedo que no estalla en los anuncios de las calles o en los diarios. No hay invasiones o cielos cubiertos de aviones, es una guerra que sientes por dentro. Casi como una fobia. No sabes si manifestar el miedo o esconderlo. No acabas de ver claro si estás exagerando o infravalorando. No hay sirenas de alarma, pero llegan informaciones de lo más divergentes. Dicen que la guerra es entre bandas, que se matan entre ellos. Pero nadie sabe dónde se encuentra la frontera entre lo que es suyo y lo que no lo es. Los vehículos de los carabineros, los puestos de control de la policía y los helicópteros que empiezan a sobrevolar a todas horas no tranquilizan, casi parecen acotar el terreno. Quitan espacio. No calman. Circunscriben y hacen el espacio mortal de la lucha todavía más angosto. Y te sientes atrapado, hombro contra hombro, y el calor del otro te resulta insoportable.

Roberto Saviano
Gomorra

Comentarios

Qué fuerte. Hasta que no vi la firma, pensé que realmente se hablaba del norte de México. (Bueno, la mención de la Camorra me pareció extraña).

Por cierto, no he leído ese libro, pero le tengo ganas. Me lo han recomendado mucho. Pero sé que es fuerte y necesito encontrar el mood para aventarme a leerlo.

Abrazos
Daniel Herrera dijo…
Sí, hombre, parecía que cada línea estaba saliendo de mi cerebro. Digo, porque es así como me siento en mi rancho. Yo leo un poquito y luego lo dejo porque me parece demasiado cercano, como si estuviera leyendo una crónica de mi ciudad.
Te lo recomiendo mucho, aunque la traducción le da un poquito en la madre.

Un abrazo

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