El dios del sucio escritor. El mito de Charles Bukowski y John Fante
Dos escritores, un cuerpo
La
escena no es agradable. Es 1982 y John Fante se encuentra ciego, con las dos
piernas cercenadas y destrozado por la diabetes en su cama del hospital. Ahí,
en la peor de las situaciones, le dicta a su esposa Joyce el que será su último
libro: Sueños de Bunker Hill.
La
vida muchas veces había sido mala con Fante, no únicamente en sus últimos días
sino desde su nacimiento el 8 de abril de 1909 en Denver, Colorado. Tierra fría
y decepcionante de la cual huirá persiguiendo a su padre y a la gloria
literaria, no precisamente en ese orden. Su padre, Nicholas Peter Fante, un
albañil italiano alcohólico y su madre, Mary Capolungo Fante, una
italoamericana, le inculcaron todos los defectos católicos que unos padres
italianos podrían inculcar, al final remataron con un divorcio cuando el autor
era adolescente.
Estudiante
de escuelas jesuitas y monaguillo, el niño Fante quería ser jugador de las
grandes ligas y también escritor. En la juventud, justo después de la escisión
familiar, Fante junto a un amigo viajarán desde Colorado hasta California
haciendo autostop. Poco después su madre y sus hermanas lo alcanzaron. Así se
convirtió en el sostén de la familia trabajando en los muelles de Los Ángeles y
Long Beach junto a inmigrantes mexicanos y filipinos. La vida todavía no le
sonreía.
Intentará
tener una carrera universitaria en el Long Beach City College, pero abandonará
pronto por dos sencillas razones: sobrevivir y escribir.
En
1932 publicará su primer cuento en la revista American Mercury y en 1938 su
primera novela, es entonces que por fin su vida parece tener un camino a
seguir, pero la necesidad de trabajar destruirá sus sueños literarios
intercambiándolos por el oficio de escribir guiones para Hollywood.
Será
hasta los ochentas que su obra volverá a la luz, en especial gracias al prólogo
escrito por otro autor, mal conocido como el padre del realismo sucio.
Cuando
Fante tenía 17 años y todavía no se decidía por salir de Colorado; en
California, más específicamente en el suburbio llamado Virginia Road, un niño
de seis años tenía que lidiar con un padre abusivo que desquitaba su rabia
contra su hijo por no encontrar trabajo y con una madre obsesionada por la
limpieza quien le exige al pequeño que mantenga inmaculada la ropa. Además de
esto, el pequeño nacido en Alemania, pero que pronto se había mudado con sus
padres a Estados Unidos, luchaba contra su acento y los chicos de su edad se
burlaban de él llamándole “Heinie”. Ese niño también la pasará mal, de
adolescente sufrirá de un terrible acne que le dejará la cara marcada, de joven
trabajará en los peores empleos destinados para el white trash americano y hasta casi los cincuenta años obtendrá un
poco de éxito literario. Ese escritor se llama Charles Bukowski y nació en Andernach
en 1920. Publicó su primer relato a los 24 años pero por diez años no escribirá
nada y beberá mucho, hasta que fue operado de una grave úlcera. Es entonces que
decide seguir bebiendo, pero además se sienta a escribir poesía. Publicará su
primera novela a los 49 años, después de trabajar más de diez años en el
servicio postal estadounidense. Bukowski lo resume así: “tengo dos opciones,
permanecer en la oficina de correos y volverme loco… o quedarme fuera y jugar a
ser escritor y morirme de hambre. He decidido morir de hambre”.
A
partir de ahí la vida se portará un poco más amable con Bukowski y su trabajo
literario será tan reconocido como vilipendiado. En la actualidad, a más de diez
años de su muerte, es estudiado en universidades y produce una gran cantidad de
dinero a Black Sparrow Books, la principal editorial que publica su obra en
inglés y a Anagrama, la editorial que lo ha traducido al español y que vende
sus libros en todos los países de habla hispana.
La
unión de estos dos autores será fortuita, pero la lectura de uno sobre el otro
transformará la visión tanto literaria como biográfica. Aquí se intenta abordar
esta transformación y las razones por las que parece que en lugar de hablar de
dos escritores siempre se habla del mismo.
Los acontecimientos y los
discursos
Analizar
la obra de estos dos autores es caminar por la orilla de la autocomplacencia y
del discurso maldito que predomina en las cuartas de forros y las páginas publicitarias
de las editoriales. Ambos escritores tienen la característica de incluir una
gran parte de su vida en las novelas que escribían, pero su literatura no era
su vida, así como la vida no es necesariamente literaturizable. Para no
desviarse hacia esta área poco crítica habrá
que advertir que la obra de Fante-Bukowski permite una infinidad de lecturas,
en especial por su carácter autobiográfico y su redacción pragmática que puede
ser leída de igual manera por un lector de uso rudo como por un estudiante de
bachillerato que, deslumbrado por los autores malditos, ha decidido acercarse a
la literatura en un encuentro que nos parecerá a la mayoría como afortunado. En
este caso la intención es desenmascarar este mito construido tanto por Bukowksi
como por las mismas editoriales.
Dos cabezas, dos cuerpos, dos
escritores.
La
gran similitud, que no es tan azarosa como se creería, entre Charles Bukowski y
John Fante es el uso de la autobiografía para escribir literatura y el gusto
por la bebida. Exceptuando esto, los dos autores se movieron en ámbitos
diferentes y tenían aspiraciones no tan similares. Fante no se movía en la
literatura maldita, de hecho su gran aspiración era crear la novela típica
norteamericana. Pero su pasado italiano, católico y alcohólico le impidió
lograrlo y en su lugar creó una obra llena de sentimientos de culpa y actitudes
teatrales en los personajes.
Por
otro lado, Bukowski siempre manejó una imagen más irreverente. El alcohólico
misántropo fue quizá uno de los elementos, sin denigrar su calidad literaria,
que le ayudó a dedicarse a la escritura.
Bukowski
vivió en los peores lugares y convivió con todo tipo de personajes descarnados,
la basura que el american way of life
botó. Esta forma de vida habría sido la única que conociera si la literatura no
se le hubiera cruzado cuando iba camino a una cantina. Fante también vivió en
la zona destinada a la clase más pobre estadounidense, pero decidió sacrificar
su vida literaria por ganar dinero, por salir de esa clase social, escribiendo guiones
para el cine más ramplón y pusilánime.
Fante parece más cercano a James Joyce y Henry
Miller, incluso los gustos literarios personales del italoamericano abordan
autores consagrados: desde Voltaire hasta William Faulkner, desde Nietzsche
hasta D. H. Lawrence.
En
1936 escribió para una columna del Roseville
Tribune and Register los autores que a su juicio faltaban en la biblioteca
pública de Roseville:
For example, where are the
masterpieces of Voltaire? Where is Schopenhauer? Where are Oswald Spengler and
Frederick Nietzsche? Where is Fielding and the better part of Bernad Shaw?
Where are H.L. Mencken and George Jean Nathan? Where are the works of Karl Marx
and Frederick Engels? Where are the mighty volumes of Dreiser? Where is Erskine
Caldwell and where is William Faulkner? Where are the dramas of Clifford Odets?
Where is Ben Hecht, and, indeed, where is James Joyce and the finer things of
D.H. Lawrence? Where are the philosophers Spinoza, Lucretius, Aristotle, and
such moderns as Bergson and Russell and Santayana? I could
go on…(1999, Cooper, p. 17)
Pareciera
que por sus lecturas no se estaría hablando de un autor maldito o del padre del
realismo sucio.
Por
su lado Bukowski desprecia a la mayoría de los escritores, le parecen débiles,
incomprensibles. En muchas de sus obras se burlaba de los autores consagrados
estadounidenses. Llegó a afirmar que Fulkner era una nulidad, que los beatniks se
interesaban mas en soltar mantras y que en escribir. Que Hemingway se hizo
blando en cuanto tuvo éxito.
En
un poema dedicado a la biblioteca pública de Los Ángeles afirma: “…algunos no
me/decían nada: Shakespeare, G.B. Shaw,/Tolstoi, Robert Frost,
F.Scott/Fitzgerald/Upton Sinclair me llegaba/más/que Sinclair Lewis/y
consideraba a Gogol y a/Dreiser tontos/de remate”
Bukowski
era prolífico. Escribía más de lo que podían publicarle. En distintas
entrevistas menciona que los editores le mandaban cartas donde le explicaban
que su obra era muy interesante pero que también tenían que publicar a otros
autores. Tal vez era su método al sentarse frente a la máquina de escribir.
Nunca corregía, los editores solamente hacían mínimos cambios a la redacción y
ortografía. Es por esta razón que se siguen publicando libros inéditos, gracias
a la gran cantidad de material que todos los días creaba. Para Bukowski
escribir era tan importante como ir a las carreras de caballos, como tomar una
botella de vino tras otra. Esos eran, probablemente pero no en ese orden, los
únicos intereses no humanos que tenía el viejo cerdo. Por otro lado Fante amaba
la vida, inclusive más que a su arte. No pensaba entregar su existencia a la
escritura de la forma en que lo hacía Bukowski. Además era muy cuidadoso con su
trabajo. Inclusive cuando estaba dictándole su última obra a su esposa afirmó
en algunas entrevistas que había sido muy complicado hacerlo y constantemente
tenía que escuchar lo que acababa de dictar para que las palabras sonaran
correctamente. Esta situación nos pone en un tema adyacente: cómo un escritor
al dictar entiende que lo que se escucha funciona cuando se lee; pero es un
tema para otro ensayo.
La
vida familiar de Fante funcionaba de la mejor manera posible. El autor era
alcohólico pero trabajaba en sus guiones para mantener a su esposa y a sus
cuatro hijos. Ellos crecieron y formaron familias multiculturales. Era un grupo
unido, tal cual lo son las familias italianas. Parecería que se puede retratar
a la típica familia estadounidense unida, conservadora pero incluyente, amorosa
y paternal. Todo un discurso políticamente correcto. Bukwoski decía que el
defecto de Fante era que no estaba nada loco.
Arriba
se afirmaba que el alcohol, las carreras de caballos y la escritura eran lo que
le interesaba a Bukowski. Pero también le interesaban las mujeres, todas las
mujeres, inclusive aquellas que lo trataban mal y que retrató tan emocionalmente
en varias de sus novelas. Linda Lee su última esposa y su hija Marina Louise
Bukowski eran, quizás, las únicas dos mujeres que realmente le importaban.
Aunque las anécdotas y entrevistas lo muestran como un tipo amable y hasta
cierto grado cariñoso con todo mundo.
Hasta
aquí los intentos por mostrar que la vida y obra de ambos autores no tienen
tantas similitudes. Es un esfuerzo incompleto por romper las ataduras que los
unen desde que la industria editorial los han unido como dos escritores en uno.
John
Fante y Charles Bukowski son escritores excepcionales, pero su relación se
limita a dos acontecimientos: un prólogo escrito por Bukowski para la novela Pregúntale al polvo de Fante y las
visitas intermitentes del primero al lecho de muerte del segundo. Todo lo demás
ha sido mera apropiación simbólica con intenciones mercantiles.
Destruyendo el mito
Este
ensayo surge como una respuesta al mito, al halo impuesto a la vida tanto de
Bukowski como de Fante. Y esta visión romántica nace del prólogo ya mencionado
(se puede consultar aquí: (dirección)
Más
que un texto crítico, Bukowski aquí se muestra como un admirador, su lectura de
Pregúntale al polvo se convirtió en
quizá el detonante para se escribieran muchas cuartillas más sobre Fante. Pero
también su lectura es la que se propagó a través de la industria editorial
cuando en el 79 Bukowski aparentemente logró la reedición de esta y otras
novelas de Fante.
Este
autor formó parte del cliché ese que habla del reconocimiento tardío. En 1940
Fante tenía tres libros publicados (Espera
a la primavera, Bandini, Pregúntale al polvo y Dago Red) pero la fama le
tomaría cuarenta años en llegar, de hecho casi ni alcanza a verla. En esos años
Fante se dedicó a mantener a su familia y dejó de lado su vida literaria. Al
final de su existencia la gran patada de Bukowski estaría lleno de matices. El
proceso para reeditar su obra no fue sencillo, tomó varias cartas y llamadas
del crítico y escritor Ben Pleasants quien le ofreció la reedición tanto a
Lawrence Ferlinghetti, el mítico editor beat, y al editor de Bukowski, John
Martin. El primero rechazó la idea por que no veía en Pregúntale al polvo la gran novela norteamericana, de hecho en una
carta a Pleasants reconoce que ni siquiera terminó de leer el libro. La
iniciativa fue retomada por Martin, quien para 1983 ya había publicado Pregúntale al polvo y Espera a la primavera, Bandini. Al
parecer la reedición de sus obras emocionaba a Fante quien en una carta escribe
a Pleasants:
February
19, 1979
Dear Ben:
It was nice to have
your note of February 5, the details of which include your plans for Ask the
Dust possibly Wait Until Spring, Bandini. The only news I have from John
Martin is that he plans to publish in April or May or thereabouts. I have
a couple of letters from Bukowski, who says he still finds Ask the Dust very
readable and plans his preface shortly. I appreciate your efforts on my
behalf during your European sojourn and feel very fortunate that someone with
your enthusiasm thinks about me and my work. I sent Bukowski a copy of my
last novel about two weeks ago.
All the best,
John Fante
Incluso
el hijo de Fante, Dan reconoce más la labor de Pleasants que la de Bukowski. En
múltiples entrevistas ha negado que sea el escritor maldito quien ayudó a su
padre a revivir su vida literaria. Además especifica que su padre siempre ganó
lo suficiente para mantener a la familia por cuarenta años sin la ayuda de
ningún editor o escritor. Aquí un fragmento de una carta de Dan Fante a Ben Pleasants: “The point is you are truly the
one responsible for the renewed interest in my father's work. I just
wanted you to know how very much I appreciate what you have done for my dad's
career and for his spirit. I want you to know that the life and work of
an often difficult, ungracious, proud, egotistical genius would probably have
gone all-but-unnoticed were it not for you.”
Pero
es Bukowski quien recibe la mayor parte del crédito. Incluso él mismo se anota
en el rescate de Fante. En la entrevista de Fernanda Pivano afirma: “…lo
primero que leí fue: Ask the Dust. Y me gustó tanto, que hace poco me puse a
hablar de él y ahora John Martin, mi editor, lo ha reeditado.” Esas
afirmaciones las hizo más de una vez. Agregándole a esto las cuartas de forro
de los libros mismos recalcando una y otra vez el rescate bukowskiano y las
cientos de páginas de Internet cantando a coro, la obra de Fante ha quedado
como un apéndice más de Bukowski. Me atrevería a especular que Buk no habría
querido esto, pero las dos lecturas así han quedado: dos cabezas en un cuerpo,
dos escritores con una sola obra literaria.
La hermandad de la uva
Quiero
terminar este trabajo con la que parecería una lógica conclusión a la historia
Fante-Bukowski. Explico que parecería porque para nada tiene sentido que los
dos autores se conocieran. La única lógica conclusión es la muerte de ambos. La
de Fante antes y por lo tanto la que va a marcar el ámbito en que se
conocieron.
Diagnosticado
con diabetes en 1955, a
mediados de los sesentas comenzó a afectarle más seriamente su enfermedad.
Lenta pero sin descanso, la diabetes fue cercándolo, empezó con úlceras entre
los dedos de los pies que al principio le impedían jugar golf y caminar
normalmente y terminó con la amputación de una pierna y más adelante de la otra.
El final doloroso se veía cada día más cercano. En 1967 escribió su último guión
cinematográfico y la siguiente década la dedicó a su obra propia. Escribió My Dog Stupid, pero no pudo colocarla en
ninguna editorial. Haciendo un último esfuerzo por tener una carrera literaria
en el 75 terminó The Broterhood of the
Grape esperando que se le diera el éxito literario muy al estilo
estadounidense. Aunque la obra se publicó solamente fue alabada por la crítica
especializada. Al mismo tiempo los doctores seguían cortando partes de sus
piernas, una carnicería que Fante soportó con su habitual sentido del humor:
“The doctor came in today, told me, “Well, we´re going to have to lop off some
more of you.” I like
that, “lop,” that´s what he said, the bastard.”
Finalmente
la ceguera, la invalidez y la misma enfermedad lo derribaron. La última novela,
Sueños de Bunker Hill, es un retrato
pesimista de Los Ángeles, del amor y de la escritura.
En
1979, cuando Charles Bukowski, contra su voluntad y gracias a la insistencia de
Ben Pleasants conoce a Fante, este se encontraba en la recta final. Su visita
lo alegra y tienen algunas tardes de plática entre dos hombres dedicados a las
letras. La última vez que se vieron, en medio de la plática, Fante toma un vaso
de vino con su invitado, a pesar de que era casi como tomar veneno para alguien
con su enfermedad. Lo
hace diciéndole: “I know that you´re a drinker, so I´m going to have a glass of
wine with you”. Su biógrafo, Richard Collins, recuerda que en The Brotherhood of the grape un
personaje afirma: “It is better to die of drink than to die of thirst”. Unos días después Fante muere. Cuando la familia del autor le habló a
Bukowski para que asistiera al funeral y dijera algunas palabras él se negó
explicando: “I´m honored but that someone else should. I know that I would cry if I did so. Tough guys
don´t cry”.
En
el funeral Ben Pleasants y Charles Bukowski se sentaron juntos. Los hombres que
al final le darían un poco de lo que Fante tanto buscó: fama literaria.
Referencias bibliográficas.
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Bukowski, Charles. Cartero, Anagrama, Barcelona, 1993.
Bukowski, Charles. Factotum, Anagrama, Barcelona, 1989.
Bukowski, Charles. Shakespeare nunca lo hizo, Anagrama,
Barcelona, 1999.
Collins, Richard. John Fante: a literary portrait, Guernica Editions, 2000
Cooper, Stephen, David M. Fine et. al.,
John Fante: a critical gathering,
Fairleigh Dickinson Univ Press, 1999.
Cherkovski, Neeli.
Hank: la vida de Charles Bukowski,
Dougherty, Jay. An introduction to Charles Bukowski, en línea, www.jaydougherty.com/bukowski/index.html,
2005, Fecha de consulta: 24/abril/09.
Fante, John. Camino de Los Ángeles, Anagrama,
Barcelona, 2002.
Fante, John. Espera a la primavera, Bandini, Paidós,
Barcelona, 1988.
Fante, John. Pregúntale al polvo, Paidos, Barcelona,
1988.
Fante, John. Sueños de Bunker Hill, Anagrama,
Barcelona, 2002.
Johnfante: A couple
of artefacts I re/stumbled across, en línea, http://community.livejournal.com/johnfante/1897.html, 2005, fecha de consulta: 24/abril/09
Pleasants, Ben. When Ask the Dust Was Forgotten, en línea, http://www.hollywoodinvestigator.com/2006/askthedust.htm,
2006, fecha de consulta: 24/abril/09
Pivano, Fernanda. Lo que más me gusta es rascarme los sobacos.
F. Pivano entrevista a Bukowski, Anagrama, Barcelona, 1983.
Originalmente publicado en la Revista de Coahuila. Julio y agosto del 2015
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